El arte
abstracto es para los pájaros, decía
Picasso. Y es que vista desde el cielo, Cartagena luce irrealmente bella. El
mar Caribe que bordea la ciudad amurallada, la blanca mancha de edificios que
navega sobre el mar, el cielo azul con sus atardeceres que parecen
predestinados solo para ella. Pero si cerramos un poco los ojos y hacemos foco
para mirar mas claramente su belleza, vemos al cerro de la Popa saliendo desde
adentro para mirar el mar y despertamos de nuestro sueño al descubrir a miles
de cartageneros expulsados de sus tierras ancestrales caminando loma arriba
para sembrar su casa, mientras la Ciénaga de la Virgen agoniza putrefacta,
invadida por casitas apiñadas, manglares moribundos, basuras y desperdicios.
Del otro lado, los blancos edificios, flotan sobre la indiferencia de sus
blancos dueños.