CAVCA. 20: TRABAJO EN NEGRO

                                     TRABAJO EN NEGRO

Oficios precarios e identitarios en Cartagena desde el arte local.

 


NOHRA LUZ QUINTANA

JOSÉ ANILLO

EDGAR GARCÉS

WADITH DE VOZ

DANIEL SARABIA

 

Transitar por las calles del Centro Histórico de Cartagena a plena luz del día y percatarse de los múltiples oficios realizados por comunidades afromestizas e inmigrantes es reconocer de facto la precariedad laboral palpable a simple vista en pleno siglo XXI.

Fuera de lo nostálgico que puede resultar el vivenciar las plazas de mercado, lugares públicos de constante vibración entre el encuentro ciudadano y el comercio de productos variopintos, estos hitos urbanos lleno de memoria e identidad propia, ayer el Mercado de Getsemaní y hoy el Mercado de Bazurto, resulta ser algo contradictorio ver que un gran porcentaje de trabajadores de la economía informal laboran en las peores condiciones, en detrimento de su seguridad social, salubridad, exceso de horas de trabajo, sin vacaciones ni posibilidad alguna de jubilación. Aun así, las plazas de mercado y las ventas callejeras de la economía informal siguen siendo el sostén económico de un buen porcentaje de la población cartagenera.

Igualmente podemos comparar determinados oficios realizados por comunidades descendientes de personas esclavizadas en el período poscolonial español como icónicos e identitarios. Las elocuentes descripciones ilustradas de aquellos viajeros de los siglos XVIII y XIX, maravillados por las ventas abiertas y esporádicas en el espacio público nos hacen recrear por momentos la existencia de labores que a pesar de los dos siglos transcurridos no pierden vigencia. Nos lo recuerdan Orlando Deávila y Lorena Guerrero en su libro “Cartagena vista por los viajeros, siglo XVIII-XX”:

 “Resulta frecuente encontrar en estos viajeros alusiones reiteradas sobre la abundancia de la población negra y mulata, de los diversos oficios y tareas que desempeñaban, de la forma cómo se apropiaban de los espacios de la ciudad.”

Siguen llamando la atención los carretilleros con sus torsos torneados y desnudos, llevando viajes extremadamente pesados de materiales de construcción en los carros coloniales de tres ruedas; negros y mulatos que parece hubieran resistido todo el paso del tiempo. Icónicas e identitarias las palenqueras de toda la vida con porcelanas (poncheras o puncheras) cargadas de frutas o dulces con sus pregones característicos, aguateros o aguadores de ayer y hoy, personajes que transitan día a día por las calles ofreciendo todo tipo de productos o servicios; nos lo recuerdan aquellos relatos un tanto discriminatorios:

“Los que habitan en la Ciudad, se exercitan en los trabajos recios, con que ganan su jornal, y de el dan á sus Amos un tanto diariamente, y se mantienen de lo que les queda. La fuerza de los calores no permite que puedan usar de ropa alguna, assi andan siempre en Cueros cubriendo unicamente con un pequeño Paño lo mas deshonesto de su cuerpo. Lo mismo sucede con las Negras esclavas; de las quales unas se mantienen en las Estancias casadas con los Negros de ellas, y otras en la Ciudad ganando Jornal, y para ello venden en las Plazas todo lo comestible, y por las Calles las Frutas, y Dulces de Pais de todas especies, y diversos Guisados ó Comidas; el Bollo de Maiz y el Cazabe, que sirve de Pan con que se mantienen los Negros.”

 Jorge Juan y Antonio de Ulloa, 1735

Observamos ciudadanos raizales apostados en el espacio público ofertando servicios: un brillacalderos en la calle del Pozo de Getsemaní, un carpintero-tallador en la esquina de la calle de La Sierpe con Calle de la Media Luna, escribanos con máquinas en desuso en el Parque de las Flores, los limpiabotas del “Palito de Caucho”, pescadores de las playas del Cabrero, Marbella y Zona Norte y vendedores de pescado en Puerto Duro que se resisten al desplazamiento policivo del Centro Histórico, luego de múltiples reubicaciones.

La precariedad laboral de las comunidades afro, raizales, mestizas e inmigrantes bajo estas condiciones es acuciante. Según el Observatorio del Mercado Laboral dice que en 2018 en esta ciudad “La tasa de informalidad laboral fue 55,2%.” Esto quiere decir que 216 mil trabajadores, 7 mil más que 2017 “trabajan en la economía del rebusque” Toda esta comunidad es resumida como trabajadores de la economía informal sin contar con la dignificación o garantía del pleno empleo, muchos de ellos trabajan para un empleador inexistente para las autoridades, a quien tienen que rendirle cuentas al final de cada jornada. Son los nuevos esclavos del siglo XXI.

Trabajo en Negro, en el argot del mundo laboral es casi un despectivo que se entiende como el empleo ilegal, aquel que no cuenta con las condiciones laborales de dignificación del pleno empleo, promulgadas por la Organización Mundial del Trabajo (OIT) y por el cual, las grandes movimientos sindicales siguen luchando. Lo traemos a colación como titular de esta exposición para llamar la atención desde la creación artística local. Los cinco artistas aquí presentes llevan investigando sobre estas situaciones, plasmando estas realidades, lo hacen igualmente como conocedores de un oficio tradicional: son pintores, escultores, dibujantes o fotógrafos. Pertenecen a generaciones diferentes, dialogan desde la creación plástica o visual con esta problemática del ayer y del hoy. El trabajo precario, invisible a la ciudadanía cartagenera lo vuelven evidente, lo vivido es retratado desde sus sensibilidades, sus particulares miradas críticas nos hacen reflexionar sobre el trabajo en negro, esclavista, paupérrimo, de ayer y hoy. Nos sitúan frente a este paisaje cultural aceptado por todos, supuesto asunto identitario, “postales” de ciudad. Sin embargo, las reivindicaciones étnicas están igualmente pregonadas.

 

ALEXA CUESTA FLÓREZ

Curadora




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